La resequedad vaginal es un problema común, sobre todo en las mujeres que se encuentran en la etapa del climaterio y la menopausia. Sin embargo, mujeres en sus treinta años de edad también pueden padecer de este problema. Sin embargo, si no se trata puede causar molestias o dolor durante la penetración y, a la larga, una disminución del deseo sexual.. Este problema médico origina síntomas vaginales y urinarios que pueden afectar de manera importante la calidad de vida de la mujer.
A diferencia de los bochornos que pueden ser modificados o disminuidos sustancialmente, y que con el paso del tiempo desaparecen en la mayoría de las mujeres, la resequedad vaginal y urinaria es progresiva y no desaparece con el tiempo, sino que por el contrario tiende a progresar.
La causa de esto principalmente se debe a una disminución de los niveles de estrógenos en la sangre. Lo anterior conlleva a que la mujer postmenopáusica presente resequedad vaginal entre un 10 y 40% de las veces, pudiendo alcanzar hasta un 63% en las mujeres tratadas para cáncer de mama.
Se produce un adelgazamiento y pérdida de elasticidad del epitelio vaginal, que se manifiesta por presencia de resequedad vaginal en mujeres en edad reproductiva en la fase inicial y final del climaterio.
Las secreciones vaginales normales, disminuyen a más de la mitad, generando parte de la sintomatología.
La resequedad vaginal puede ser clasificada como simple o compleja.
Resequedad vaginal simple
La vagina, vasos y nervios están sanos y funcionales, y la simple solución de la resequedad resuelve el problema.
Resequedad vaginal compleja
Múltiples factores, y los componentes adicionales que a menudo interfieren con la resolución terapéutica de la enfermedad.
Éste problema se conoce con los nombres de atrofia vaginal, atrofia urogenital o vaginitis atrófica y se asocia con:
Resequedad vaginal y vulvar, que puede llegar a provocar un cuadro de vaginitis y vulvitis (con prurito y dolor), dispareunia y disminución del deseo sexual.
Mayor riesgo de infecciones vaginales, por la disminución de los bacilos de Döderlein y los cambios en el pH vaginal.
La atrofia del epitelio vesical, que va a predisponer a cistitis infecciosas o no infecciosas y a incontinencias urinarias.
Causas de la resequedad vaginal
Los síntomas relacionados con la atrofia vulvovaginal, como la falta de lubricación y dolor durante las relaciones sexuales, afectan a 20-45% de las mujeres de mediana edad, pero sólo una minoría busca o recibe ayuda de los profesionales de la salud. En contraste con los síntomas vasomotores, que por lo general desaparecen con el tiempo incluso sin tratamiento, la atrofia vulvovaginal puede ser progresiva y es menos probable que se alivie sin intervención. Puede tener un efecto significativamente negativo en la salud sexual y en la calidad de vida de la mujer.
Factores de riesgo
Existen algunos factores de riesgo para la resequedad vaginal, que originan una menor disponibilidad de estrógenos, como son el estado postparto, el período de lactancia, la transición menopáusica. Otras condiciones médicas tales como hipertensión no tratada, diabetes, síndrome metabólico, trastornos hipofisiarios (Hiperprolactinemia), neuropatías, especialmente neuropatía autonómica, dermatosis (psoriasis, liquen escleroso, síndrome de Sjögren) y algunos medicamentos como antihistamínicos y descongestionantes, antidepresivos (ISRS, antidepresivos tricíclicos), terapia antiestrógeno para quimioprofilaxis, antiestrógenos para endometriosis o fibromas, quimioterapia, diuréticos, anticonceptivos orales de progesterona.
También contribuyen algunos comportamientos, como deshidratación, duchas vaginales, baños muy calientes, detergentes fuertes y jabones que deshidraten, uso de tampones altamente absorbentes, uso de condones masculinos con insuficiente lubricante externo, falta de excitación antes de la penetración, tabaquismo, número de partos vaginales, cirugías vaginales previas o el cese de la actividad coital.
Síntomas de Resequedad vaginal
Cuando se presenta resequedad las paredes de la vagina pasan de una apariencia gruesa a una delgada, pálida y más propensa a la inflamación.
Las paredes de la vagina son rugosas, pero con la atrofia su apariencia se hace lisa y brillante, se ven parches, eritema y friabilidad en aumento.
El canal vaginal se hace estrecho y poco distensible, los labios menores se fusionan, el clítoris, útero y ovarios disminuyen su tamaño.
Existe disminución de la proporción de células superficiales y un aumento en la proporción de células parabasales.
Los síntomas de resequedad vaginal incluyen prurito, vaginitis, dispareunia y síntomas urinarios. Los dos primeros son comunes en la etapa tardía de transición a la perimenopausia.
La asociación entre resequedad vaginal y niveles bajos de estrógenos es muy clara, porque éstos bajan rápidamente durante la fase tardía de transición a la menopausia. La resequedad vaginal aumenta progresivamente, como se mostró en un estudio longitudinal en el cual aumentó de 3% en la premenopausia a 4% en la fase temprana de la etapa de transición a la menopausia, a 21% en la etapa tardía y hasta 47% a los tres años de postmenopausia. En mujeres mexicanas se ha reportado prevalencia similar de resequedad vaginal. Los cambios tróficos de vagina y vulva, combinados con la resequedad vaginal, hacen que la relación sexual sea una experiencia dolorosa y en ocasiones traumática, repercutiendo en la calidad de vida de la mujer y en su relación de pareja si no recibe el tratamiento adecuado.
Tratamiento de la resequedad vaginal
Existen diversas posibilidades de manejo que puede cambiar entre una paciente y otra, según sus condiciones clínicas y sus preferencias.
El tratamiento de la resequedad vulvovaginal se centra en aliviar los síntomas, así como revertir los cambios anatómicos tróficos (en caso de sufrir atrofia), que resultan de la disminución de los niveles de estrógenos. Los tratamientos de primera línea son no hormonales e incluyen humectantes y lubricantes, así como la continuación de las actividades sexuales.
Dada la relación de causalidad directa entre los niveles bajos de estrógeno y la resequedad vulvovaginal, la terapia de estrógenos es una opción obvia del tratamiento.
La terapia con estrógenos, ya sea sistémicos o locales es el tratamiento estándar para el manejo de la atrofia vulvovaginal, sin embargo está contraindicada o es inaceptable para algunas pacientes, debido a la posibilidad de efectos secundarios sistémicos no deseados y solamente debe ser utilizada por lapsos cortos, requiriendo un alto nivel de seguimiento.
TERAPIA HORMONAL
El uso de terapias hormonales para prevenir o tratar, desde un punto de vista etiológico la sintomatología local que surge en la postmenopausia, está plenamente, justificado ya que el trofismo del aparato urogenital femenino depende estrechamente de los estrógenos.
Los estrógenos son fácilmente absorbidos en la pared vaginal y sus efectos no serán exclusivamente locales, a menos que se usen formulaciones farmacéuticas o principios activos que presenten una absorción reducida (crema y óvulos vaginales).
TRATAMIENTO NO HORMONAL.
La resequedad vaginal puede ser manejada con el uso regular de agentes hidratantes vaginales enriquecidos con lubricantes, para su utilización durante la actividad sexual, lo que mejorará la dispareunia asociada a ella. Están recomendados como primera línea terapéutica en mujeres con síntomas leves o moderados derivados de la atrofia vaginal.
Hidratantes vaginales
Su uso regular proporciona alivio sintomático por cambios en el contenido de fluido del epitelio vaginal. En su composición se utilizan compuestos capaces de acumular agua, como el ácido hialurónico, para después liberarla lentamente, optimizando así el balance líquido.
Lubricantes
Además del uso regular del hidratante, la utilización de un lubricante durante la relación sexual, puede reducir la irritación causada por la fricción del tejido. Son productos solubles en agua, con base de aceite, glicerina o silicona.
Dr. Benjamin Gloria Avila
Ginecologo en Puebla
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San Andres Cholula, Puebla. Mexico
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